jueves, 12 de noviembre de 2015

La política húngara desde la caída del socialismo - a propósito de un artículo (parte 1)

Me ha llegado por twitter un artículo titulado "El orbanismo: retroceso en la Hungria post-soviética", publicado en la página El Orden Mundial en el siglo XXI. El autor es Ignacio García de Paso. No estoy nada de acuerdo con las afirmaciones que se hacen en dicho artículo, que, sinceramente, me parece pobre y maniqueo. Más allá de algunos errores, estamos ante un texto que ofrece un punto de vista muy sesgado sobre el orbanismo y la realidad húngara. Además, faltan muchas cosas que ayudan a comprender el porqué se ha llegado a esta situación en la Hungría actual. La introducción histórica aporta algo, pero es más bien pobre y habría estado bien mencionar ciertas cosas relevantes. En cualquier caso, me parece necesario analizarlo y aportar datos no mencionados en él, toda vez que falta en Crónicas Húngaras una entrada general sobre la Hungría posterior a la caída del socialismo. El escrito presente, obviamente, no intenta cumplir ese papel, pero aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid (y el Danubio por Budapest)...
 

Ya el título deja, en mi opinión, mucho que desear. "Retroceso". Pero retroceso, ¿respecto a qué? Solo puede haber retroceso respecto a una situación determinada, y por lo tanto habría estado bien describir esa situación, al menos someramente. Pero en el artículo no se hace. ¿De verdad está peor Hungría hoy que en el 2010, cuando ganó las elecciones el Fidesz? Ya sé que el artículo en cuestión seguramente no va por ahí, sino más bien por rememorar una época antigua concreta, pero es que de esto también hay que hablar, y además no creo que eso sea culpa del Fidesz, sino que se trata de una tendencia iniciada desde la caída del socialismo y fomentada por los partidos del cambio de régimen y los poderes fácticos. Si echamos una mirada a esa Hungría que recibía el Fidesz, el panorama cambia un poco, no olvidemos que el país estaba sumido en una crisis política y económica brutal, provocada por el gobierno anterior, que además había sido pillado reconociendo (a puerta cerrada) que había mentido a la población y falseado la información sobre el estado de salud de la economía del país, que tuvo que pedir un préstamo al FMI para evitar la quiebra,y con parte de la población en la calle (sí, una minoría radical, vinculada o influida por la extrema derecha, es verdad)  deseando asaltar el parlamento, y un largo etcétera. Seguro que hay campos en los que ha habido un retroceso, pero en otros no, por ejemplo en la economía desde luego que no. Recordemos que en el 2009, todavía con gobierno social-liberal (coalición del Partido Socialdemócrata y la Federación de Demócratas Libres), el descenso del PIB fue del 6,3% (fuente). En cambio, en el 2014 el PIB creció el 3,6% (fuente) y de hecho Hungría fue de los países que más creció el año pasado y que más lo está haciendo este dentro de la UE (en el 2015 se supone que crecerá alrededor del 3%, según las últimas revisiones del FMI). Ah, eso sí, pero el artículo habla de crisis económica y enlaza un artículo de El País, en el que si bien se habla de un descenso en el ritmo de crecimiento, se reconoce que la situación ha mejorado en los últimos años y se dan bastantes datos que lo demuestran (descenso del paro, crecimiento económico, reducción del déficit público, etc)... Y por cierto se ha devuelto el préstamo del FMI. Se podría argumentar, y con cierta razón, que los datos macroeconómicos no dicen mucho del nivel de vida real de la gente, pero es que tampoco tenemos un indicador que nos muestre de manera convincente el nivel de vida. Obviamente la vida en Hungría es difícil, no es un país floreciente. Pero eso lleva así muchos años, y desde luego era así desde antes del gobierno de Orbán. En cualquier caso los datos que están a disposición del público no parecen mostrar que el nivel de vida de los húngaros haya empeorado, como parece desprenderse del artículo en cuestión.

Crecimiento económico de Hungría desde la caída del socialismo hasta el 2014. Elaboración propia a partir de los dato de la Oficina Estadística Húngara.

Antes de entrar realmente en materia, me gustaría resaltar otra cosa, que dada la orientación ideológica de este blog, me ha llamado la atención. El artículo afirma que Imre Nagy fue "ejecutado por las autoridades soviéticas". Pues no. Fue ejecutado por la autoridades húngaras. La ejecución de Imre Nagy (y otros colaboradores) se decidió en un juicio realizado por el Tribunal Supremo Húngaro (bajo la dirección de Ferenc Vida). János Bogár fue el encargado de realizar la ejecución. Y el comienzo del juicio fue decidido por el Comité Central del Partido Socialista Obrero Húngaro (comunista) el 21 de diciembre de 1957 (fuente). Obviamente se puede argumentar que todos estaban bajo control soviético, pero a decir verdad no parece que los soviéticos tuvieran intención de ejecutar a Nagy, y fue más bien Kádár quien presionó para que esa fuera la condena (véase, por ejemplo, este artículo de Origo).

Imre Nagy, durante su juicio. Fuente: index.

Una vez aclarado este punto, metámonos en faena. Lo que sigue no es tanto una crítica del artículo en cuestión, sino una descripción de la situación en Hungría desde la caída del socialismo. Ayuda, en mi opinión, a comprender por qué Fidesz es lo que es, y qué ha pasado en Hungría. Naturalmente faltan muchas cosas, habría que profundizar en muchos otros aspectos. Espero alguna vez hacer un artículo en condiciones sobre el cambio de régimen y los años posteriores a la caída del socialismo ... En una segunda parte de esta entrada me centraré más en las afirmaciones del articulo en sí.

El Fidesz (Federación de Jóvenes Demócratas), fundado en 1988, era un sus inicios un partido radical liberal, en la práctica (no de manera oficial) casi las juventudes de la Federación de Demócratas Libres. Era un partido muy activo entre jóvenes y muy contestatario con el poder. A los liberales húngaros se les caía la baba con Orbán, que se destacó, como bien se menciona en el artículo de Ignacio García de Paso, con su discurso en el reentierro de Imre Nagy, en 1989 (se puede ver aquí, claro está, en húngaro). Aclaro que no comparto eso de "posteriormente engrandecido y sobrevalorado por su propia propaganda" (mencionado en el artículo), cualquier liberal húngaro habla bien de ese Orbán y de ese discurso incluso hoy en día. La imagen actual de Fidesz está muy lejos de de ser un partido de jóvenes radicales, no veo que hagan mucha propaganda de estos años, porque no le interesa.

Cartel del Fidesz para las elecciones de 1990. "Elija". Fuente: Kreatív

En las primeras elecciones tras la caída del socialismo, celebradas en 1990, triunfó el Foro Demócrata Húngaro, conservador y nacionalista, que gobernó el país en coalición con diversos partidos de derecha y nacionalistas (tenía el 25% de los votos, el 42,5% de escaños). Su gobierno fue un desastre, de hecho fue entonces cuando surgió la nostalgia por el comunismo entre la población. El país estaba hundido en una crisis económica brutal, se produjo un descenso de nivel de vida traumático, creció descontrolado el paro, la mendicidad (de 80 mil parados en 1990 a 406 mil en 1991 o 632 mil en 1993 - fuente) y además hubo numerosos conflictos con los países vecinos (el primer ministro József Antall llegó a decir que en el alma era el primer ministro de 15 millones de húngaros, haciendo referencia a los húngaros de los países de alrededor; es que Hungría tenía unos 10 millones de habitantes por aquel entonces). La época es recordada sobre todo por el caos social, el marasmo económico y por la huelga de transportistas y taxistas para protestar por el aumento espectacular del precio de la gasolina, que puso contra las cuerdas al gobierno.

Evolución del PIB húngaro desde 1960. Elaboración propia a partir de los datos de la Oficina Estadística Húngara.


La catastrófica situación económica y social tuvo su repercusión en las siguientes elecciones, las de 1994. El Partido Socialista aprovechó el desencanto reinante en el país y consiguió la mayoría absoluta, si no en votos, sí en escaños (31,3%-54%). Recordemos que el Partido Socialista era, ni más ni menos, que el heredero directo del Partido Obrero Socialista Húngaro (comunista), que había gobernado el país desde 1956 (o 1948 si contamos también a su antecesor, el Partido de los Trabajadores Húngaros). En el XIV Congreso del POSH, celebrado en 1989, los renovadores tomaron el poder definitivamente y decidieron cambiar el nombre y la ideología del partido, y el POSH se transformó en el Partido Socialista (de tendencia socialdemócrata). Un pequeño grupo de disidentes no aceptó el cambio y crearon el Partido Obrero Húngaro. Resalto el hecho de que en Hungría el heredero legal del POSH es el Partido Socialista, no el Partido Obrero (comunista). Las sedes y el patrimonio del partido se los quedó el Partido Socialista, los otros, los comunistas, empezaron de cero. Vamos, que aunque el socialista era un partido muy cambiado y se declaraba socialdemócrata, para gran parte de la gente "eran los comunistas". Y el que ganaran las elecciones refleja el anhelo de una parte importante de los húngaros de detener de alguna manera la catástrofe en la que se sumía cada vez más el país, de hacer unas reformas, pero manteniendo cierta protección social. Para estabilizar más aún el gobierno y evitar que se les acusara de comunistas, a pesar de no necesitarlo, formaron un gobierno de coalición con los liberales de la Federación de Demócratas Libres (algo natural dado que es la tendencia de la toda la socialdemocracia europea). El SzDSz (siglas en húngaro de este último partido) había sido el segundo más votado, con el 19% de los votos, y tenía el 18% de los escaños. El Foro Demócrata Húngaro, que había gobernado hasta entonces se hundió (12% de votos) y esta tendencia continuaría en las siguientes elecciones, no volvería a levantar cabeza y acabarían disolviéndose en el 2011. Fidesz ya había empezado anteriormente a girar hacia la derecha (su grupo liberal más importante, encabezado por Gábor Fodor, abandonó el partido en 1993 y se unió al SzDSz, aunque todavía entonces, el vicepresidente del partido, Zsolt Németh, reconocía que el aliado natural del Fidesz era el SzDSz), pero los malos resultados en estas elecciones (7,7% de votos, mientras que en 1990 habían conseguido casi el 9%) aceleraron este proceso. De repente Fidesz se encontró con que el liberalismo ya estaba bien representado por el SzDSz y que la derecha conservadora y nacionalista había quedado huérfana de partido, ante la debacle del Foro Demócrata Húngaro; así que las tendencias para evolucionar hacia la derecha se reforzaron. Eso sin contar que Fidesz era visceralmente anticomunista y no podía aceptar una coalición con los ex-comunistas.

Se formó así el gobierno Horn. Como curiosidad, Gyula Horn había sido "comunista" (como casi todos los del Partidos Socialista, claro), y fue el último ministro de exteriores de la República Popular Húngara, ese que abrió la frontera a los ciudadanos de la RDA... Pero los socialistas entregaron a los liberales algunas carteras importantes, interior (para los liberales era muy importante que un ex-comunista no recibiera esta cartera), educación y transporte. Uno de los ministros de finanzas fue un señor llamado Lajos Bokros del partido socialista, aunque muy liberal. Lo menciono porque ha pasado a la historia por el "paquete Bokros", que supuso una reforma radical de la economía húngara. La mayoría de los húngaros, cuando oyen eso de "paquete Bokros", se echan a temblar, tienen unos "maravillosos" recuerdos del periodo de reducción extrema del gasto social.

Crecimiento del consumo de unidades familiares respecto al año precedente desde 1996 hasta el 2012. Fuente: mfor.hu


Las siguientes elecciones tuvieron lugar en 1998. Las ganaron los socialistas (32%) de votos, pero por culpa del enrevesado sistema electoral húngaro, en realidad Fidesz obtuvo más escaños (38% frente al 35% socialista, 28% de votos). Se formó una coalición entre Fidesz, un partido nacionalista-populista de derechas (Pequeños Propietarios) y el Foro Demócrata Húngaro, que por aquel entonces estaba ya en un mísero 3% de votos (pero pudo entrar en el parlamento por un ventajoso acuerdo con Fidesz). Fidesz ya era un partido plenamente conservador. Nadie en Hungria pone (ni ponía) en cuestión los logros de este periodo. Por primera vez la economía creció con fuerza y volvió a subir el nivel de vida después de tantos años a la baja. Claro, todos lo explican a su manera. Para los políticos socialistas y liberales fue el programa Bokros el que sentó la base del crecimiento de esta época, pero por ejemplo Zsigmond Járai, ministro de finanzas del primer gobierno de Orbán pensaba que aunque el paquete Bokros había solucionado un problema temporal, a la larga había causado daños irreparables a la economía y la sociedad húngara (fuente); en cualquier caso, nadie niega que las cosas mejoraran durante el gobierno de Fidesz. Por aquel entonces estuve ya viviendo en Hungría, así que lo que cuento es también experiencia personal.

Las siguientes elecciones (2002) se celebraron en un ambiente muy enrarecido. Fidesz fue consciente de que los votos del centro y centro-derecha no serían bastantes para mantener el poder, así que realizó una maniobra peligrosa, girar más aún hacia la derecha para quitarle votos al nacionalismo y a la extrema derecha (esto fue especialmente visible en la segunda vuelta de las elecciones, cuando se vio que los resultados iban a ser muy ajustados). El caso es que se produjo una fuerte polarización de la sociedad húngara, que se volvió muy bipartidista. Pero la jugada no le salió del todo bien al Fidesz. Perdió por poco las elecciones (41% de votos frente a 42% de los socialistas), en realidad, dadas las peculiaridades del complicadísimo sistema electoral húngaro tenía más escaños en el parlamento (49% frente al 46%), pero le había quitado votos a los partidos con los que podría haber formado coalición, así que estaba solo. Los otros dos partidos con representación parlamentaria eran los socialistas y el SzDSz, así que por los pelos, pero de nuevo se formó un gobierno social-liberal. Como corolario de la jugada del Fidesz la extrema derecha desapareció del parlamento. Cuando renazca, lo hará después de un cambio radical, pero esa es otra historia.

Budapest, 2006. Campo de batalla. Fuente: NOL


Los años de gobierno social-liberal se extendieron dos legislaturas ya que socialistas y liberales ganaron también las elecciones del 2006, aunque los resultados fueron muy estrechos. Justo el día después de las elecciones del 2006 se producía el día fatídico para el gobierno húngaro y que ha marcado el devenir de los años posteriores.  El 26 de mayo del 2006 en una reunión cerrada ante diputados socialistas, Ferenc Gyurcsány, el nuevo primer ministro húngaro, dirigente del Partido Socialista, pronunciaba el que se ha dado en llamar discurso de Őszödi (por el lugar dónde se pronunció). Gyurcsány reconocía, en un lenguaje malsonante y casi diría barriobajero ("la hemos jodido", "este puto país", literal) que los últimos tiempos no habían hecho más que mentir sobre la situación económica del país y que esta era mucho más grave de lo que todos suponían. Őszödi era el intento de explicarles a los dirigentes socialistas la necesidad de realizar una política completamente diferente de la seguida hasta entonces (y ojo: de la que habían prometido hasta el día anterior durante la campaña electoral, de hecho reconocía abiertamente que habían tenido que mentir para ganar las elecciones). En realidad el país estaba al borde de la quiebra y se sostenía "por la divina providencia". El discurso fue a puerta cerrada, pero alguien (todavía no se sabe quién, hay todo tipo de teorías, incluso que fue el propio Gyurcsány) hizo una grabación y varios meses después, el 17 de septiembre, salió a la luz. Las palabras del primer ministro se extendieron como la pólvora por todo el país y produjeron una ola de indignación desconocida en los últimos años. Ese mismo día se sucedieron manifestaciones por toda la geografía húngara en contra del nuevo gobierno y se fueron repitiendo los siguientes días y semanas en espera de su dimisión. El 18 de septiembre tuvieron lugar graves incidentes cuando los manifestantes asaltaron el edificio de la televisión pública, luego se dirigieron al parlamento, ante una policía desconcertada e incapaz de responder, la violencia y la tensión continuaron  los días siguientes; es bastante probable que la extrema derecha estuviera detrás de los altercados. Las escenas de los sucesos de Budapest recorrieron el mundo, por ejemplo las imágenes del tanque expuesto en una de las plazas centrales de Budapest, que alguien puso en marcha y lanzó contra la policía. Y por cierto, para entonces esta ya estaba más preparada y respondió con dureza ante los manifestantes, tal y como suele pasar en cualquier país occidental. El Fidesz, que no estaba realmente detrás de las protestas callejeras, pero era uno de los principales beneficiados, puso el grito en el cielo por la violencia policial, y no dejó un momento de exigir la dimisión del gobierno. Después de los graves incidentes del 23 de octubre, la oleada de manifestaciones fue perdiendo intensidad aunque el descontento no se calmó ni un ápice. Sin embargo fue otro conflicto el que acabó con el gobierno de Gyurcsány. Entre las medidas liberales que se habían tomado estaba hacer de pago la sanidad (lo impulsó el SzDSz, y de hecho la ministra de sanidad era de este partido). Fidesz inició una campaña de firmas para forzar al gobierno a realizar un referéndum sobre la cuestión. Se consiguió reunir las firmas necesarias y en el 2008 se celebró la consulta, que acabó con el triunfo de las propuestas de la oposición (que eran borrar todas las medidas de pago aprobadas por el gobierno: pago diario de hospital, cargo por visita al médico y el pago de tasas en centros de enseñanza). Las tres tasas fueron rechazadas por alrededor del 80% de los votantes (con una participación del 50%, lo que supuso que el referéndum fuera válido- ya se escribió en su día en Crónicas Húngaras sobre este tema: 1, 2). A consecuencia del fracaso, los socialistas retiraron a la ministra de sanidad y el SzDSz cumplió las amenazas de abandonar el gobierno, que ya de por sí estaba tremendamente desacreditado. Mientras, la economía entraba en crisis y la deuda externa subía, la inflación se disparó a un 8% y los sueldos reales cayeron (en el 2007 más de un 5%). El estallido de la crisis mundial en el 2008 no hizo más que echar leña al fuego, la economía húngara cayó en picado y hubo que pedir un préstamo a la UE y al Fondo Monetario Internacional.  El gobierno Gyurcsány- ahora en minoría tras la salida del SzDSz- no pudo aguantar la presión, tampoco pareció que pusieran mucho empeño en hacerlo. Durante varios meses se sucedió el esperpento de buscar nuevo primer ministro, nadie quería comerse el marrón de dirigir el país en esas condiciones durante dos años hasta las nuevas elecciones, en las que era más que evidente que Fidesz iba a arrasar. Finalmente se formó el gobierno de Gordon Bajnai, que incluía sobre todo a independientes y unos pocos socialistas, una suerte de gobierno de expertos para evitar que el país acabara hundiéndose todavía más.

Cartel del SzDSz para el referéndum. "!Referéndum sobre el socialismo!. Gracias, no". Durante toda la campaña, los social-liberales se empeñaron a acusar al Fidesz de comunista. Fuente: Wikipedia


En el 2010 tuvieron lugar de nuevo elecciones y pasó lo que nadie dudaba que iba a pasar, que Fidesz ganaría de calle, casi el 54% de los votos y 68% de los escaños, que le permitirían tener los 2/3 del parlamento necesario para cambiar la Constitución (análisis de las elecciones en Crónicas húngaras:1,2,). Obviamente los participantes en los gobiernos anteriores se hundieron. Apenas sobrevivó el Partido Socialista, muy debilitado, con el 21% de los votos (y solo el 15% de los escaños). Resurgió la extrema derecha, ahora con una nueva cara, Jobbik, que alcanzó el 16% de los votos. Las elecciones fueron todo un terremoto político que se llevó por delante la mayoría de los partidos que hicieron el cambio de régimen (Fidesz no pertenece a ese grupo, los socialistas sí y son el único que ha sobrevivido, los otros dos partidos del parlamento eran relativamente recientes). Ex-dirigentes socialistas hicieron las maletas y formaron partidos nuevos, el caso más a resaltar es, claro está, el de Gyurcsány que tiene la curiosa facultad de dejar tocados o hundidos a los partidos por los que pasa. Recordemos que fue el último dirigente de las Juventudes Comunistas, y él fue el que firmó la disolución de dicha organización. Con el Partido Socialista casi lo hace. Ahora tiene su propio partido, Coalición Democrática.







Con la mayoría tan grande en el parlamento, Fidesz podía hacer lo que quería en el país, podía moldearlo a su imagen y semejanza. Sin embargo la situación económica era gravísima y los primeros años del gobierno Fidesz no es que mejorara mucho la cosa. Pero la oposición social-liberal estaba muy desacreditada y los intentos de formar una unidad (la mal llamada "unidad de la izquierda") no parecieron entusiasmar a muchos.

Antidisturbios cortando la calle frente a la radio, durante los incidentes del 2006. Fuente: Wikipedia.


Las siguientes elecciones, del 2014 las volvió a ganar el Fidesz, con el 44% de los votos y el 67% de los escaños (análisis de Crónicas húngaras sobre las elecciones: 1,2). Por el camino, en esta legislatura acabaría por perder los 2/3 del parlamento, pero ya no es una cuestión importante, dado que todo para lo que necesitaban ese apoyo, ya lo hicieron cuando dispusieron de esa mayoría. Una coalición de última hora de socialistas, el partido de Gyurcsány y otros consiguió el 26% y la extrema derecha, Jobbik se quedó en el 21%. Y el LMP, un partido ecologista y de izquierdas, volvió a entrar en el parlamento.

Aunque durante la actual legislatura ha habido numerosos escándalos y problemas, y se ha sucedido un periodo en el que el apoyo a Fidesz ha ido bajando, no es la oposición social-liberal la beneficiada, sino principalmente la extrema derecha, Jobbik, que a estas alturas, según las encuestas, es el segundo partido más importante del país (y el primero entre los jóvenes universitarios - en este espectro de población Fidesz ni siquiera es el segundo partido preferido, sino el tercero, detrás del LMP). Sin embargo, la gestión de Orbán del conflicto de los refugiados es valorada positivamente por los húngaros, y el apoyo a su partido ha subido en los últimos meses, recuperando gran parte de lo perdido e incluso deteniendo el ascenso de Jobbik.

Bien, con esta entrada creo que queda más o menos clara la evolución de la política húngara desde la caída del régimen socialista. El cambio en el Fidesz me parece una consecuencia relativamente lógica de los procesos que han tenido y tienen lugar en Hungría, al igual que el fracaso de la oposición social-liberal. En la siguiente parte me centraré más en los argumentos usados en el artículo mencionado al comienzo.

domingo, 20 de septiembre de 2015

Alemania pierde la inocencia en el asunto de los refugiados

El segundo artículo que quería subir al blog, naturalmente también una tradución, lo he sacado de Index.hu, una de las páginas liberales más populares de Hungría. A pesar de eso, me ha parecido un artículo muy interesante, que explica bastante bien todo lo que ha pasado, aportando numerosos datos no muy conocidos. Al final, en mi opinión, se le va un poco la olla y da una imagen demasiado positiva de Merkel, aunque es de agradecer que solo sea al final y durante el artículo eso no sea muy evidente y evite el dibujar un conflicto entre blancos y negros, explicando de manera coherente como se ha llegado a esta situación dentro de la diplomacia europea (las causas últimas del conflicto no son parte del artículo). Digamos que, en mi opinión, la última parte del artículo no está a la altura de la anterior y sobraba, pero bueno, no me parecía honrado suprimirla.

Una nota importante: el artículo está lleno de enlaces y referencias, fuentes de las afirmaciones del autor. Como siempre son artículos húngaros, en la medida de lo posible -no siempre he podido- los he sustituido por artículos en español que hacen referencia a esas mismas noticias (o en su caso en inglés, que me parece más accesible a la mayoría de lectores, que el húngaro).



¿Ha tenido lugar un giro de 180 grados en la política de refugiados de Alemania y Austria? ¿Se la están replanteando? ¿Actúan de manera consecuente o ciertamente se dedican a hacer declaraciones y a tomar medidas contradictorias mientras improvisan a la desesperada? Los analistas, y también nosotros, intentamos descifrar y explicar lo sucedido las últimas dos semanas desde los diferentes los puntos de vista.  

Una cosa es segura, Alemania y Austria han perdido su inocencia en el asunto de los refugiados. Los poemas de amor verdadero y eterno tampoco se corresponden con el complicado mundo real de hombres y mujeres. Parece ser que la crisis de los refugiados es demasiado complicada como para ser solucionada aludiendo rutinariamente a los valores fundamentales de la UE, a los acuerdos de Ginebra o a la regulación de Dublín, o agitando las banderas de un sistema de cuotas inventado en oficinas con aire acondicionado de Bruselas o Berlín.

Naturalmente, en Hungría ahora sonríen con malicia ante cualquiera: claro, claro, los alemanes y austríacos que no hacen más que meterse con nosotros, finalmente tienen que enfrentarse a la dura realidad. Pero eso no significa que los valores europeos sean superfluos: realmente, la situación solo puede ser solucionada con la cooperación europea, pero mientras llegua, los principios ideológicos han resultado ser demasiado débiles. Veamos pues cuantas contradicciones han surgido en los últimos meses.

¿Locura? ¿Chiste?

A diferencia del canciller austríaco, que una vez en el punto de mira por la crisis de los refugiados ha evidenciado que sus cualidades políticas son más bien modestas, no podemos decir que Angela Merkel sea una veleta. Desde la primavera lleva intentando imponer en la UE el reparto de los refugiados y la carga que eso conlleva, vamos, el sistema de cuotas, y en la actualidad sigue haciéndolo una y otra vez. En teoría, tiene razón en que la única solución es una actuación conjunta de los miembros de la UE.

Sin embargo, ya en mayor Viktor Orbán calificó al sistema de cuotas como una completa locura, y no precisamente desde el punto de vista ideológico, sino desde una motivación eminentemente práctica. ¿Es cierto que se puede repartir los refugiados sin saber quienes son, mientras llegan sin obstáculos ni control al territorio de la UE? A estas alturas, hasta el Spiegel escribe que si el sistema de cuotas llega a ser instaurado alguna vez, no va a ser más que un mal chiste. ¿Vamos a atar a los refugiados en Praga o Budapest para que no se vayan a donde mejor les plazca? -esta pregunta la planteaba un publicista de dicho medio (la propuesta alemana, desde este punto de vista, tampoco es que no tenga los pies de la tierra, ya que los refugiados aceptados solo recibirían las ayudas sociales en los lugares que les han sido asignados).

Lo que no se le permite a Júpiter

Alemania lleva avisando continuamente los últimos meses a Hungría y a todos los demás miembros de la Unión, que no intenten ninguna solución individual en el caso de los refugiados: la regulación de Dublín sobre la acogida de refugiados está en vigor para todos, todos están obligados a cumplirla, y solo así realmente es capaz de funcionar.  Aunque Grecia hace ya mucho que no registra a los refugiados en su frontera Schengen, el foco de atención se ha vuelto rápidamente hacia Hungría. Y eso que solo a finales de junio comunicó Hungría que "por falta de capacidad" no podía recibir a los refugiados deportados hacia Hungría desde otros estados de la UE. Bastante ocupados estábamos con el registro de la multitud de refugiados que llegaban al país, aunque seguíamos teniendo la intención de cumplir escrupulosamente nuestra obligación como miembros de la unión.

En la frontera alemana identifican con cintas de papel numeradas a los refugiados. Foto: Dominic Ebenbichler/Reuters.


Inmediatamente Austria conminó a Hungría a cumplir Dublín, aunque ellos mismos, dos semana antes, habían ordenado que solo se juzgara las peticiones de asilo ya entregadas, porque para las nuevas solicitudes no tenían suficiente personal. Para entonces los alemanes también tenían idea de lo que es la falta de capacidad: la Oficina Federal de Emigración ya entonces tenía pendiente 250 mil solicitudes de asilo.

Todavía a finales del verano, las relaciones húngaro-alemanas y húngaro-austríacas no suponían ningún conflicto especial. En agosto, Merkel, ocupada con los incidentes xenófobos en Heidenau, anunció tolerancia cero frente a los nazis, que habían atacado ya varias decenas de campamentos de refugiados. La canciller alemana llegó entonces incluso a alabar a Hungría por registrar consecuentemente a los refugiados, pero de nuevo avisó al gobierno húngaro de que no podía dejar de cumplir las normas de Dublín. Para poder hacerlo, los propios austríacos nos ofrecieron su ayuda.

La solución individual alemana

El 27 de agosto, durante una conferencia en los Balcanes, el canciller austríaco Werner Faymann, considera lo más importante el combate contra el tráfico ilegal de personas. Debrió presentirlo casualmente. Justo ese mismo día se descubrió en Austria el camión frigorífico  en el que habían muerto por asfixia 71 refugiados sirios. Esa horrible catástrofe (que las semanas anteriores había sido precedida por la tragedia del Mar Mediterraneo, que había producido más víctimas todavía) ocultó una medida alemana de gran calibre. 

Policías alemanes deteniendo un vehículo que trasladaba refugiados ilegales durante un control. Foto: Dominic Ebenbichler/Reuters.


Se trató de una solución individual, algo contra lo que  precisamente los mismos alemanes habían  advertido a todo el mundo. El 24 de agosto, la oficina de refugiados alemana, comunicó en una circular la orden de que por sobrecarga de trabajo no iba a aplicar a los refugiados de Siria la regulación de Dublín, vamos, que no iba a deportarlos a los países de la Unión en los que se los hubiera registrado en un primer momento (que es a lo que obliga la regulación de Dublín, nota de Crónicas húngaras). Esta media, o más bien el malentendido que causó, fue como una bomba entre los refugiados que ya se encontraban dentro de las fronteras europeas.


La bomba de relojería

En vano explicaron después los alemanes que esa medida se refería solo a los que esperaban la resolución de sus solicitudes en Alemania, los refugiados que marchaban hacia Europa Occidental, a través de las rutas balcánicas, y los que languidecían en Röszke y en la estación de Keleti en Budapest lo entendieron de la siguiente manera:  Alemania aceptaría a todos los refugiados sirios. En vano aclaró Merkel, casi desde el primer momento, que hay que acoger a los que llegan de zonas de guerra, pero que los "emigrantes económicos" no tienen lugar en la UE, todo el mundo escuchaba solo la primera parte de la frase. En vano dijo el ministro de interior alemán que la regulación de Dublín sigue estando en vigor; la confusión era solo propaganda de los traficantes de refugiados, el proceso ya era imposible de detener. La cosa llegó a su cumbre cuando el  director de la oficina de refugiados la lió más todavía al declarar que no hay un límite superior en cuanto al número, Alemania era capaz de integrar a todos los refugiados. El presidente de la oficina acabó dimitiendo.

A partir de ese momento Hungría intentó en vano cumplir con el registro al que le obligaba la ley. Pero todos los refugiados querían marcharse a Alemania inmediatamente. En ese ambiente cada vez más exaltado, ni la política ni los medios de comunicación alemanes o austríacos fueron capaces de entender por qué las insensibles autoridades húngaras no permitían el paso a los refugiados hacia Alemania. ¿Y por qué no lo permitían? Pues porque las leyes especifican claramente que los refugiados no pueden viajar de un país de la UE a otro. A la vista de las manifestaciones en la estación de Keleti y de las masas de refugiados caminando por la autopista, un acuerdo austro-alemán de última hora  resolvió la situación: Hungría podía dejar marchar a los refugiados. Desde entonces Orbán repite ofendido los acicates alemanes, "la carta de invitación de Merkel", que volvió imposible el registro de los refugiados por su falta de cooperación. 

Faymann pudo devolvérsela a Orbán, al asegurar que este le había engañado, porque le prometió como mucho 4 mil refugiados pero en un fin de semana se presentaron 13 mil en Austria. Merkel y Faymann justificaron esta medida, que les valió numerosos ataques en sus propios países, con que había que tomar una decisión extraordinaria en una situación de catástrofe humanitaria.


Wilkommenskultur

Si hasta entonces los alemanes y austríacos apenas habían dado algún toque de atención a los húngaros por el asunto de los registros de refugiados, sí que habían criticado duramente a Hungría por las condiciones inhumanas de los refugiados. Alemania y Austria se esforzaron en demostrar cómo se puede aceptar a los refugiados de manera humana y europea. En Alemania llevaron esto hasta la exageración, cuando aplaudían entusiasmados a los refugiados que iban llegando y los trataban como estrellas. Había nacido un nuevo concepto alemán: la cultura de la acogida y la hospitalidad (Wilkommenskultur).

Refugiados a la llegada a Munich, desde Hungría. Foto: Christof Stache/AFP.


Solo después Austria y Alemania empezaron a enfrentarse con la verdadera naturaleza y complejidad del problema. La acogida y abastecimiento de una multitud de refugiados tan ingente y que llegaba a tanta velocidad es prácticamente una tarea logística irresoluble. Munich se llenó de inmediato y lo vio claro: la cooperación no es que no funcione a nivel europeo, es que ni siquiera lo hace entre los estados alemanes. Abandonaron a su suerte la capital de Baviera, y Berlín y el resto de estados alemanes mandaron ayuda tarde y mal. Mientras tanto llegaban cada vez más indicios del problema respeto a la seguridad. Fabrice Leggeri, director de la agencia Frontex, de defensa de las fronteras europeas, llamó la atención sobre la red de falsificación de pasaportes sirios que funciona en Turquía, y que ayuda a los refugiados a entrar en Europa. Cada vez se planteaba más frecuentemente en Alemania cuántos simpatizantes del estado islámico podía haber entre los refugiados. El problema real es que nadie puede decirlo exactamente, ya que nadie puede revisar su identidad.

Baviera y Orbán, dos buenos amigos

No es casual que el cambio en la política sobre los refugiados en Alemania haya surgido precisamente en Munich. El cambio lo impuso la Unión Cristiano Demócrata (CSU) muy fuerte en Baviera (es casi imposible encontrar un paralelo entre la CSU, que lleva gobernando durante décadas uno de los estados alemanes más ricos, y el KDNP -cristianodemócratas- húngaro). 

El presidente de la CSU, Horst Seehofer, convenció a Merkel de que no hay otro camino más que reintroducir el control de las fronteras. Los dirigentes de la CSU no solo invitaron a Orbán a Munich, sino que enumeraron ante Merkel los principios ya señalados por Orbán. Y a ellos los escuchó (aunque tambien es verdad que según Bild, el principal argumento fue la amenza de abandonar la coalición de gobierno). 

Según el CSU la acogida sin restricciones de todos los refugiados, más allá del evidente problema de seguridad, tenía un efecto llamada e incitaba a las masas a ponerse en camino. Los bávaros avisaron también de que si el número de refugiados superaba el de nacimientos, eso cambiaría "la base cultural" de una sociedad. En una semana más de 70 mil refugiados llegaron a Munich, y el número de nacimientos en el estado es de 109 mil al año. Es significativo que el domingo por la tarde, no fue Merkel, sino el ministro de interior Thomas de Maziere, quien hizo el anuncio de importancia capital sobre el control fronterizo en Alemania.



Desde entonces, los alemanes han tenido que hacer frente a nuevos fenómenos. Un policía alemán, por ejemplo, se quejó a Spiegel, de que el control fronterizo no vale un pimiento. Dibujó un sorpendente cuadro, en el que casi todos los refugiados se declaran, curiosamente, sirios, y la policía solo tiene razón para dudar de eso cuando lo dice una persona procedente claramente del África Negra. 

Tampoco concuerda con la heroica atmósfera que rodea a los refugiados el hecho extraño que tuvo lugar el lunes. En varias ocasiones, los viajeros pararon un tren cargado de refugiados que iba a Berlín, usando los frenos de emergencia, y cientos de refugiados salieron del tren y se perdieron en la nada. Resulta que los mismos refugiados que no hacían más que gritar el nombre de Merkel como su salvadora, sencillamente no querían ir a Berlín. Muchos incluso rechazaban el registro a las autoridades alemanas porque preferían ir a Suecia u otro país escandinavo, donde son más fáciles las exigencias para solicitar asilo.

 Puede también matizar la imagen formada de los refugiados los incidentes que estallaron en la estación fronteriza húngara de Röszke, aunque la prensa alemana en su mayor parte de lo único que informó es de la policía, que atacaba con gases lacrimógenos y cañones de agua a los refugiados, entre ellos mujeres y niños.

Un par de logros políticos

Hay que informar también, aunque sea brevemente, de los logros políticos del canciller socialdemócrata que dirige Austria desde el 2008. Werner Faymann, que se encuentra en plena lucha política con sus socios de coalición para las cada vez más cercanas elecciones locales de Viena, ha atacado duramente y en numerosas ocasiones a Hungría, haciendo una serie de declaraciones a cual más contradictoria. Desde el principio Faymann avisó a Hungría de sus obligaciones humanitarias y respecto a la Unión Europea, incluso llegó a comparar el tratamiento de las autoridades húngaras con los refugiados con el holocausto, pero ha quedado claro que en Austria tampoco les dicen a los refugiados que no les trasladan a Alemania

Control policial en el campamento de refugiados de Röszke. Foto: Huszti István/Index


Mientras tanto da la impresión de que Austria está en una situación cada vez más excepcional: sabiendo que entre los refugiados apenas hay quien quiera quedarse allí, ni siquiera los registra y solo acepta un papel para transportarlos hacia Alemania. Faymann en este asunto está totalmente del lado alemán, y junto a ellos, exige una solución común europea. Pero no deja de hacer declaraciones a cual más patética  sobre las obligaciones humanitarias para con los refugiados de una UE galardonada con un Premio Nóbel de la Paz. Levente Magyar, secretario de estado húngaro para asuntos exteriores, llamaba la atención sobre el hecho de que Faymann, que se pinta a sí mismo como salvador de los refugiados, a la hora de la verdad, entre bastidores no hace más que presionar a otros estados, entre ellos también a Hungría, para mantener por todos los medios lejos de Austria a los refugiados.

Con relación al asunto de los refugiados que marchaban por la autopista M1 desde Hungría hacia Austria, el 4 de septiembre, János Lázár, jefe de ministros  en Hungría, esperó en vano una respuesta oficial, el canciller alemán solo dijo: ya me ocuparé mañana por la mañana del tema. Pero finalmente, ese mismo día por la noche, informó a través del facebook que permitía el paso de los refugiados.  Pero el mayor ridículo llegó cuando, después de que los alemanes introdujeran, el control fronterizo, Faymann desmintió que Austria se preparara para una medida similar, mientras que Sebastian Kurz, ministro de exteriores del Partido Popular de la gran coalición que gobierna Austria, el mismo día exigía precisamente ese control. Para evitar el bochorno, Faymann acabó declarando únicamente que introducían al ejército para ayudar a la policía. También en el caso de Merkel, el anuncio del restablecimiento del control fronterizo lo hizo otro: Reinhold Mitterlehner, vicecanciller del Partido Popular.


Es evidente que Faymann ni siquiera es capaz de entender la realidad ahora mismo. El martes afirmó que habría control fronterizo, pero que no se podía controlar a todo el mundo sin excepción. "Si por ejemplo llegan tres mil personas y necesitan medicinas urgentemente, entonces las autoridades no pueden controlarlos por completo"- dijo. Seguramente el canciller austríaco no había oído de una de las estrategias que están usando los refugiados en la frontera serbio-húngara. Se esperan mutuamente para formar grupos grandes porque saben que si entran a la vez, no hay manera de registrarlos o controlarlos.


El despertar

En la opinión pública alemana está produciéndose ahora mismo una especie de despertar. El dibujo en blanco y negro sobre el asunto de los refugiados no se puede mantener más tiempo. Naturalmente que para Alemania, por razones demográficas y económicas, en teoría le viene bien esta masa de varios centenares de miles de jóvenes formados y en edad de trabajar. Solo que el propio ministro de trabajo alemán, Andrea Nahles, ha afirmado que menos del 10% de los refugiados disponen de una formación con la que puedan encontrar trabajo en Alemania, y según el ministro de interior alemán, entre el 15-20% podrían ser analfabetos. Vamos, que los médicos sirios no representan la media entre los refugiados. 

Alojamiento para refugiados improvisado en un pabellón deportivo del Parque Olímpico de Berlín. Foto: Kay Nietfeld/AFP.


Y nadie querría que los neonazis copen el tema con sus medios simples, especialmente con sus cócteles Molotov arrojados a campamentos de refugiados.  Una investigación sobre la opinión pública alemana, realizada por el IfD, muestra que a diferencia de la mayoría de los países, el 70% de los alemanes no está en contra de la emigración. Y no depende solo de la política, la población también se ha dirigido con los brazos abiertos a los refugiados. Pero en este asunto hay una gran diferencia entre los estados occidentales y orientales: mientras que en la zona occidental el 74% apoya la acogida de refugiados, en los estados de la antigua RDA es solo el 53%. Según una encuesta realizada a comienzos de septiembre por la agencia Emnida para el canal N24, en opinión del 56% de la población los refugiados podrán integrarse en la sociedad alemana, pero el 31% piensa que no. El 65% opina que de esta manera puede detenerse el irremediable y peligroso proceso de envejecimiento de la sociedad. Al mismo tiempo, según el 66%,  esto puede suponer una inmensa carga para el sistema de protección social alemán, y el 64% opina que la acogida de refugiados sirios puede ser el germen de nuevos conflictos. La investigación del IfD muestra que aunque hay preocupación en mucha gente por los problemas que puede suponer la acogida de los refugiados, en gran parte de Alemania no hay xenofobia ni una radicalización de la sociedad, vamos, que este problema no está fortaleciendo a los partidos de extrema derecha.

Hasta el momento, Merkel ha manejado el problema mezclando arguementos racionales y sentimentales. En muchas ocasiones ha declarado claramente que quien no está huyendo de un conflicto bélico, no será aceptado por Alemania. A su vez, la canciller ha visitado campos de refugiados, se ha hecho selfies con ellos, y ha ofrecido consejos directos a las mujeres refugiadas. Esta dualidad entre la cuestión racional y sentimental se ve especialmente en el programa de televisión en el que intentó consolar a una niña palestina anegada en llanto, a la que esperaba la deportacion, pero como canciller, tampoco podía decir otra cosa: aquel que no es refugiado no puede quedarse en Alemania. El principal mensaje de la canciller hacia Alemania y el mundo era que la obligación de Alemania es ayudar, que el país es fuerte y capaz de manejar esta crisis. 

Según expertos, con el cambio de dirección actual de la política alemana, Merkel no ha entrado en contradicción consigo misma, como mucho se trata solo de una corrección de su política. Las cosas aún ahora parecen consecuentes: el orden y la seguridad también son importantes, por eso hay que controlar las fronteras, pero todavía pueden acoger a los verdaderos refugiados, lo que es más, de esta manera se puede filtrar mejor a aquellos sin derecho a estatus de refugiado.

Según el publicista de Spiegel mencionado, Merkel, que ha manejado con éxito la crisis europea y la del clima, siempre sigue una estrategia similar. Nunca esboza planes a gran escala de antemano, separa las labores en pequeñas tareas parciales y avanza a pequeños pasos. Esto hace que si es necesario pueda introducir desvíos en su política. Antes de la catástrofe atómica de Fukusima, por ejemplo, era partidaria de la ampliación del periodo de vida de las centrales nucleares, después, sin embargo, anunció la sustitución completa de las centrales nucleares para el 2022. Ahora va a necesitar también de varios desvíos. 
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Todas las fotos aparecen en el texto original, aquí.

Antonio García Ferreras (Al Rojo Vivo) insulta a los que vivimos en Hungría

No solo manipulan y desinforman, nos toman el pelo, etc, etc ... además nos insultan directamente a la cara...



Antonio García Ferreras, presentador del programa de La Sexta, Al Rojo Vivo,  (minuto 8:37 del vídeo) "No hay un refugiado sirio que se quiera quedar en Hungría. Bueno, no hay nadie con dos dedos de frente que se quiera quedar, que no sea húngaro".

Pues no señor Antonio García Ferreras, se equivoca. Y que conste que está insultando a todos los que hemos decidido vivir en Hungría.

Bravo por Jorge Verstrynge, que habla del conocimiento y no desde la ignorancia más absoluta de la que hace gala el presentador... solo una cosa más:

Minuto 8:21: "Lo que tiene que hacer Hungría es dejarles pasar"....

Pues no. En primer lugar Hungría no les puede dejar pasar porque es frontera Schengen y la UE se lo prohibe (Serbia, por ejemplo, sí puede dejarlos pasar si quiere, ya que ni es frontera Schengen, ni pertenece a Schengen, de hecho ni pertenece a la UE). Y cuando Hungría ha empezado a dejarlos pasar porque estaba desbordada por el problema, lo primero que han hecho Austria y Alemania es lanzar duras críticas a Hungría y cortar la frontera, los trenes y las autopistas que llevan de Budapest a Viena (obviamente lo ha hecho Austria, Alemania no tiene frontera con Hungría). Después, el sábado 12 de septiembre, de madrugada, Hungría, harta de quedar como la mala de la película, de aguantar la lluva de críticas que le cae por todos los lados, decide llevar masivamente en autobús a los refugiados hasta la frontera con Austria, y solo entonces, cuando el convoy ya estaba en camino, es cuando Austria y Alemania, en el último momento, aceptan hacer una excepción y permitir el paso de los refugiados libremente, de manera temporal (más tarde Alemania cerraría de manera parcial su frontera con Austria). Otra cosa que no sabe el señor presentador es que hasta el jueves de esta semana, las autoridades austríacas han impedido la circulación de los trenes internacionales Budapest-Viena (ahora mismo no hay trenes entre Viena y Múnich, en Alemania). Vamos, que es muy fácil decir que lo que tiene que hacer Hungría es dejarlos pasar (aunque eso viola los acuerdos Schengen), pero la realidad es diferente. Y, bueno, a estas alturas, cierres de fronteras los han hecho Austria, Alemania, Finlandia, Dinamarca, Eslovenia, Croacia y Hungría. Eso que yo sepa, que seguro que hay más... pero la mala es Hungría, que no deja pasar a los refugiados...(Actualizo: Bulgaria ha anunciado que cierra la frontera a los refugiados).

Pero a ver, ¿alguien con dos dedos de frente (que conste, la expresión la ha usado el presentador) se piensa que España puede permitir libremente la entrada de refugiados por su frontera y trasladarlos directamente a Francia sin que eso le suponga un conflicto diplomático con Francia y con toda la UE? Porque, recordemos, España (o Hungría) no solo son estados de la UE, no solo son estados Schengen, sino que además son frontera Schengen, y como tales, al entrar en la zona Schengen, se han comprometido a controlar la parte de frontera que les corresponde, y por lo tanto tienen unas obligaciones que cumplir. Es lo que lleva intentando hacer Hungría desde el primer momento.

¿Sabe el presentador que cuando se detiene a un ilegal en la UE se le puede deportar al país por el que ha cruzado la frontera Schengen? Vamos, que si en Francia detienen a un ilegal y pueden demostrar con relativa seguridad que ha llegado a través de España, los acuerdos de Dublín le permiten a Francia deportar a ese refugiado a España. Y España tiene la obligación de aceptarlo. Eso mismo le pasa a Hungría. ¿Sabe el presentador que han pasado por Hungría más de 200 mil refugiados, que han entrado ilegalmente, y que si quiere Alemania, los puede deportar a Hungría? No, no lo sabe, pero habla y da lecciones, eso sí, sin tener ni pajolera idea.  


Ahora, pensemos con la cabeza, no como hace el presentador. Han entrado más de 200 mil refugiados por Hungría, la mayoría de los cuales han rechazado ser registrados, y por lo tanto, no hay ningún control de quienes son ni de dónde proceden, pero parece claro que un porcentaje muy grande no son sirios, sino de otros países. Cuando en Alemania detengan a alguno de estos refugiados y descubran que no es sirio, sino, por ejemplo de Pakistán, ¿a qué país le van a pedir responsabilidades? ¿A qué país lo van a deportar? Sí, efectivamente, a Hungría. Pero claro, según el presentador, Hungría lo que tiene que hacer es no poner pegas y dejarlos pasar libremente y ya está... ¿pero cómo se puede ser tan sumamente ignorante?

No me paro a comentar las declaraciones del eurodiputado, Ernest Urtasun, porque se sale un poco del tema que quería comentar en esta entrada. Pero vamos, otro que tal baila. Luego se extrañarán los de IU de que cada vez más comunistas pasemos de ellos...

sábado, 19 de septiembre de 2015

Bence Pintér: En la práctica, la diplomacia centro-europea ha desaparecido

Escribí mi último artículo sobre la crisis de los refugiados a finales de agosto, un poco antes de que las cosas se fueran, por así decir, de madre,  y de que se iniciara una campaña brutal en contra de Hungría en los medios de comunicación occidentales, especialmente en los españoles, en los que no se hace más que mentir y manipular sobre lo que está pasando. Estos días mi actividad se ha centrado más bien en twitter, más que nada porque ese medio se adapta bien a la inmediatez con la que se suceden los acontecimientos. Por otro lado, debo reconocer que aun siendo consciente de que los medios de comunicación no informan, sino que son meros órganos de propaganda, me ha sorprendido la brutalidad de la campaña en contra de Hungría, hasta tal punto de que me he quedado más bien anonadado y sin ganas de escribir más sobre el tema. Además siempre me ha gustado escribir sin prisas, con la perspectiva que da la distancia, cosa que ahora, por razones evidentes, es imposible. Por suerte alguien se ha tomado la molestia de escribir en español de manera decente y honrada sobre la cuestión, aquí y aquí, en el blog "Desde Hungría" tenéis dos buenos artículos que reflejan muy bien lo que está pasando y resumen lo que pienso. Recomiendo encarecidamente a los lectores de este blog su lectura.

Refugiados bajando de un tren croata en Magyarbóly, Hungría. 18 de septiembre del 2015. Fuente: Index.


Por otro lado, va siendo hora de que retome el tema yo también, a pesar de la desgana y el cansancio que me provoca, así que he decidido traducir un par de artículos húngaros que me han gustado y que comparto en mayor o menor medida. Dejo aquí el primero, escrito por Bence Pintér, periodista del portal de análisis político y de actualidad Mandiner. Ni que decir tiene que el traducir y publicar estos artículos no significa que los comparta al cien por cien, solo que me parecen interesantes, ofrecen un punto de vista diferente al que la propaganda ha convertido en predominante en España, y básicamente creo que tienen razón (más allá de que en algún punto concreto pueda discrepar).

Refugiados en un tren croata hacia Hungría. Fuente: Mandiner.




Así debía parecer todo en vísperas de la Primera Guerra Mundial: inseguridad absoluta, desaparición de los canales de comunicación habituales, falta de solidaridad, "movimientos forzados", cruces de acusaciones, todo nos recuerda a eso. 

Hay una expresión inglesa que describe a la perfección las maniobras de los países afectados por el problema de los refugiados: "dick move".  Quizás se podría traducir como "tocar los cojones" o mejor aún como "joder la marrana", si fuera necesario. Es difícil saber desde cuándo, pero desde hace una o dos semanas, aquí, en Europa Central, predomina la diplomacia del "dick move" en las relaciones internacionales.

Sin una postura ni un plan de acción definido de Bruselas o incluso de Alemania, todos han ido dejando de lado bien pronto cualquier tipo de solidaridad mutua. Primero, los griegos permitieron la entrada a todos los refugiados, bueno, llevan haciéndolo ya dos años. Después los macedonios y serbios se rindieron y empezaron a transportar de manera controlada a todo el mundo hacia las fronteras Schengen. A comienzos de septiembre, ante la presión internacional cada vez más intensa, Hungría empezó también a hacerlo (y eso que desde mediados de julio, al menos mil personas entraban diariamente en el territorio del país), inmediatamente después la pringó Austria, y luego Alemania, Dinamarca y Suecia. El siguiente "dick move" húngaro fue cerrar la frontera, con lo cual solucionamos durante un tiempo nuestro propio problema, para que apenas en dos días, los croatas tiraran la toalla. 

Todos son muy humanos mientras no se presentan los solicitantes de asilo. 

Todos no han hecho más que rasgarse las vestiduras, hasta que se han presentado los primeros miles de refugiados, imparables y rechanzando ser registrados, y han ocupado unas autopistas o unas estaciones de tren. Ha sido muy fácil meterse con el gobierno y la policía húngara, ya que precisamente han sido ellos los que han tenido que actuar: nos han caído todo tipo de insultos y muestras de estupefacción, desde el primer ministro rumano, pasando por sus colegas austríacos, serbios, croatas, hasta llegar incluso al Secretario General de la ONU. Se ha dado incluso el caso de que un ministro serbio nos haya dado lecciones de derechos humanos. El jefe de la diplomacia húngara, Péter Szijjártó ha reaccionado a todo eso llamando a consulta ocasionalmente al embajador dado, y después haciendo comunicados en tono enfurruñado y muchas veces incluso ofensivo, en los que ha dejado claro que todo el mundo es idiota, excepto claro está, nosotros. Aunque es cierto que a veces ha llevado razón, independientemente del lenguaje.

 Así debía parecer todo en vísperas de la Primera Guerra Mundial: inseguridad absoluta, desaparición de los canales de comunicación habituales, falta de solidaridad, "movimientos forzados", cruces de acusaciones, todo nos recuerda a eso. Desde luego, a lo que no nos recuerda es a una Europa unida y en funcionamiento, donde no dejamos a nadie al borde del camino o donde afrontamos en común los asuntos que van más allá de los embrollos sobre el tamaño correcto de un pepino. Naturalmente, ni Orbán se ha comportado como un socio, ni los demás miembros de Visegrád: pero el primer ministro húngaro tiene razón cuando afirma que solo tendrá sentido hablar de cuotas o de cuestiones similares, comprensibles para los burócratas, si se consigue devolver a su cauce el registro de la gente que está llegando a Europa. Sin embargo, por el momento nadie tiene una idea mejor que lo que ha hecho el gobierno húngaro en su frontera sur, esbozando con eso una inhumanidad que le pega mucho a su perfil, pero que no deja de ser un paso forzado por las circunstancias.

Policías croatas en Hungría. Véase la explicación en el texto. Fuente: Index


Casus belli

Los acontecimientos del viernes en la frontera croato-húngara ya se enmarcan en la categoría de payasada. ¿Qué narices pensaban los croatas mandando un tren por la frontera húngara sin permiso y sin informar, con cuarenta policías armados en su interior? Pasos como este suelen acabar, en el peor de los casos, en guerras. ¿Y quién está mintiendo? ¿El gobierno croata, según el cual, todo estaba negociado con los húngaros? ¿O el húngaro, según el cual, ni hablar de eso, pero en cualquier caso estaban esperando el tren en el lado húngaro de la frontera?

La situación, ya de por sí tensa hasta el límite, ha provocado un gran daño, pero todavía estamos lejos de su conclusión. Si más adelante no surge alguna decisión final en la cumbre extraordinaria de la UE, próximamente tendremos que afrontar serios problemas.

Actualización: Ya ha llegado la respuesta a la pregunta de quién miente, directamente del primer ministro croata: "No teníamos un acuerdo con los húngaros. Los obligamos a aceptar a los refugiados al mandárselos, y vamos a seguir haciéndolo". 


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Fuente: Mandiner

Solo un par de anotaciones al texto. En primer lugar, el autor no es muy favorable al gobierno húngaro, pero al menos intenta ser objetivo. En segundo, respecto al tema del famoso tren croata lleno de refugiados, los medios han informado de que la policía húngara estaba esperando al tren en la estación. Por eso han surgido "dudas" en la prensa liberal húngara (siempre tendente a considerar mentira de manera automática todo lo que dice el gobierno) sobre si los croatas habían pedido permiso (como afirmaban ellos) o no al gobierno húngaro, por eso el autor lo menciona. En los comentarios al artículo original muchos afirman que la policía húngara estaba en estado de alerta y preparada para la llegada de refugiados desde Croacia, no exactamente para la llegada del tren concreto, por eso a muchos corresponsales que estaban en la estación húngara de Magyarbóly (esperando también lo mismo), les podría parecer que las autoridades húngaras sí que sabían algo, cosa que no es verdad. En cualquier caso este asunto ha quedado aclarado, toda vez que el propio primer ministro croata ha reconocido que no informaron a Hungría y que se trató de una medida unilateral y de fuerza. 


miércoles, 26 de agosto de 2015

Hungría, la crisis de los refugiados y el cierre de la frontera sur

Los últimos meses el número de inmigrantes ilegales que han llegado a Hungría se ha disparado. La mayoría no se quedan aquí, ven Hungría como mero lugar de paso hacia Austria o Alemania fundamentalmente. Para ellos, Hungría es solo la primera estación en la UE. Sin embargo, mientras les llega una oportunidad para poder dirigirse a su destino, permanecen a la espera en Budapest o en centros de acogida de otras ciudades húngaras. Dado que las autoridades austríacas y alemanas han reforzado los controles, -en la frontera de Austria y Hungría la policía austríaca hace frecuentes batidas, se ha llegado a interrumpir incluso el paso de trenes internacionales para desalojarlos de refugiados; además, en julio, las autoridades austríacas informaron de que empezaban a devolver a Hungría a todos los inmigrantes ilegales que entraran a través de este país-, el número de refugiados en Budapest u otras ciudades húngaras no hace más que subir descontroladamente. Y las noticias que llegan de Serbia o Macedonia no permiten hacerse ilusiones al respecto. Miles de personas están en camino, huyendo de la guerra y de los islamistas, para buscar un refugio en los países ricos de Europa. De hecho, se calcula que más de 120 mil ilegales han pasado en lo que va de año por Budapest, tres veces más que en el mismo periodo del año anterior. La ruta balcánica, que acaba en Hungría, se ha convertido en una de las principales rutas de entrada de refugiados, superando incluso la ruta mediterranea occidental (a través de España) y central (a través de Italia); según el informe de Frontex (Agencia Europea para la Cooperación en la Gestión Operativa de las Fronteras Exteriores de los Miembros de la Unión), entre enero y julio a través de esta ruta entraron 102.342 emigrantes ilegales, de los cuales casi 30 mil son afganos, otros 30 sirios y más de 23 mil kosovares (fuente: Frontex).

Refugiados en la zona de tránsito de la estación de Keleti. Fuente: Mandiner

Uno de los subterraneos del metro en Keleti, donde se hacinan los refugiados. Fuente: index

Las autoridades húngaras se han quedado poco menos que estupefactas ante la magnitud del problema y están reaccionando tarde y mal, en un ejemplo de libro de lo que llamamos "dar palos de ciego", aunque en realidad tampoco es algo que puedan solucionar.  Las primeras medidas fueron lamentables, por no decir algo peor. Por ejemplo: llenar el país de carteles en contra de los inmigrantes, para asustar a la población y provocar sentimientos de rechazo. Que me expliquen qué lógica tiene llenar el país de carteles con textos en húngaro tales como: si vienes a Hungría tienes que respetar las leyes o nuestra cultura. 


Si vienes a Hungría, tienes que respetar nuestra cultura. Fuente: Index

Si vienes a Hungría, no puedes quitarle el trabajo a los húngaros. Fuente: Napi.hu

Si vienes a Hungría, tienes que cumplir nuestras leyes. Fuente: vs.hu

A mediados de julio se elaboró una ley para considerar como crimen (y por lo tanto punible), la entrada ilegal en el país, aunque todavía no está aprobada y está en cuestión que llegue a aprobarse (es decir, hasta ahora no es un crimen). Después se les ocurrió la "brillante idea" de construír una valla de 175 kilómetros para cerrar a cal y canto la frontera sur, con Serbia, que es el coladero por el que están llegando la gran mayoría de los inmigrantes. Partiendo de que de por sí, la valla, que ha provocado un gran rechazo en los países cercanos, especialmente en Serbia, no soluciona gran cosa porque los inmigrantes llegarán por otro lugar (claro que alguno pensaría que así a lo mejor el muerto se lo come otro, no Hungría), lo cierto es que ahora que está practicamente construída (en tiempo record, se acabará esta semana), los refugiados siguen llegando al mismo ritmo. Obviamente es imposible sellar la frontera. Hay lugares donde por ejemplo pasa el ferrocarril (es frecuente ver a grupos enteros cruzando la frontera a través de las vías, con la peligrosidad que eso supone). En otros lugares simplemente han cortado la valla (que es de alambre). Jobbik ha puesto el grito en el cielo con la siguiente prueba documental, de un periodista de AP, en el que puede verse a un grupo de refugiados entrando en territorio húngaro después de que los policías y soldados abran la puerta de la valla y les dejen pasar tranquilamente:



Por cierto, el portal de noticias index.hu llama la atención sobre el hecho de que la valla está dentro del territorio húngaro, y los que quieran cruzarla, de hecho, ya se encuentran en territorio húngaro, con lo cual Hungría no puede desentenderse del problema con la construcción de la valla, aún en el caso de que realmente evitara el paso de ilegales al otro lado (también Jobbik se ha dado cuenta del problema). Como curiosidad, un periodista del susodicho portal, Index, consiguió pasar por debajo de la valla casi sin despeinarse... 

Esa es la famosa valla. Aquí junto a unas vías de tren. Fuente: index

Otra de las medidas tomadas a marchas forzadas por el gobierno ha sido la creación de zonas de tránsito en las que los refugiados puedan estar mientras encuentran una forma de salir del país. Se les permite permanecer allí y de paso son puntos de ayuda, donde se les reparte ayuda humanitaria, ya sea por ONGs, particulares, voluntarios, o las propias autoridades. Los refugiados se hacinan en estas zonas que están al límite de su capacidad y en condiciones lamentables. Valga como ejemplo la zona de tránsito de la estación internacional de tren de Keleti, la más importante de Budapest, lugar preferido de los refugiados porque de allí salen los trenes para Austria o Alemania, donde se ha improvisado un inmenso campamento junto a las estaciones de metro. Esta misma semana, las autoriades de Budapest echaban piedras sobre su propio tejado denunciando que la situación en las zonas de tránsito es insostenible (ojo, que la idea de crear esas zonas de tránsito ha sido de esas mismas autoridades). Posiblemente en los próximos días se les prohiba a los refugiados permanecer allí y todos sean llevados a un centro de acogida en otro lugar, quizás fuera de la ciudad. Las propias asociaciones humanitarias están de acuerdo en que se concentre a los inmigrantes ilegales en una zona concreta, porque así será más fácil repartir las ayudas y atenderlos, ya que ahora hay varias zonas de tránsito desperdigadas por toda la ciudad, generalmente en las estaciones de tren, lo que exige un mayor esfuerzo de coordinación. Sin embargo, puede pasar que la multitud se reuna de manera espontánea en los aledaños de la estación de Keleti o la de Nyugati, como ya ha pasado anteriormente.

Una última medida del gobierno es la creación de unidades policiales fronterizas a la "caza del emigrante ilegal", que empezará a implementarse en septiembre.  El Partido Obrero (comunista) ha recordado que en el 2007 alguien tuvo la brillante idea de suprimir la Guardia Fronteriza (Határőrség), porque "no hacía falta". 

Dentro de Hungría esta crisis está provocando mucha tensión en la opinión pública. No es para menos, cualquiera que pase por la estación de Keleti puede ver la desastrosa situación por sí mismo. Desde medios liberales y pseudoizquierdistas (progres) se critica al gobierno por su falta de previsión y por cualquiera de sus medidas. La crítica es justa, aunque habría que ver qué proponen ellos, porque dejar pasar a los refugiados así por las buenas, que parece que es lo que piensan algunos, le supondría a Hungría un grave enfrentamiento con la UE. No nos olvidemos de que Hungría es frontera Schengen y por lo tanto tiene responsabilidad ante los demás por ese sector fronterizo. Y los inmigrantes ilegales que sean detenidos en otros países pueden ser enviados a Hungría, si está claro que han entrado en la UE por territorio húngaro. De hecho mi impresión personal es que el gobierno húngaro está muy nervioso ante la posibilidad de tener que hacer frente a una avalancha de decenas de miles de inmigrantes que se queden en el país porque entren a través de la frontera, pero luego no puedan marcharse a Alemania o Austria (o sean devueltos de allí). Desde estos medios se ha iniciado también una contracampaña contra los carteles del gobierno, que incluía pagar dinero a los que demostraran haber "eliminado" de alguna manera los carteles, lo que ha causado una gran polémica.

Si vienes a Hungría, sé bienvenido. Fuente: Nyugat.hu
Sin comentarios. Fuente: Propeller.hu

Szeged (una ciudad meridional) no es así. Fuente: Városi TV Szeged

Este se merece un premio. No es photosop, es un cartel real, muy buen currado, en la ciudad occidental de Szombathely, junto a la frontera austríaca: Si vienes a Hungría, ¿podrías traernos un primer ministro sensato? Fuente: Esti Újság


Más allá de las tonterías que suelta la oposición liberal y pseudoizquierdista, que a estas alturas tampoco es que sigan muchos húngaros (imaginad, en un primer momento se comportaron como si el problema no existiese y fueran todo imaginaciones del Fidesz, el partido en el poder), tiene más peso la opinión de Jobbik, la extrema derecha, ahora mismo el segundo partido en las encuestas y el único que parece poder desestabilizar el dominio de Fidesz. Jobbik sigue un discurso duro y agresivo contra los inmigrantes, lo que les va a servir para subir su apoyo entre los húngaros más perplejos ante la situación, aunque no olvidemos que ya se ha encargado el gobierno de ir calentando el ambiente con los carteles y las declaraciones fuera de lugar. Entre otras cosas, Jobbik pide por ejemplo la intervención del ejército en las fronteras; y desde el primer momento se ha opuesto a las zonas de tránsito y exige la creación de centros de acogida cerrados y lejos de zonas habitadas (Jobbik.hu). Entre la población, obviamente, hay de todo, pero los ánimos en las zonas cercanas a Keleti se están caldeando. Aunque no ha habido ningún incidente grave todavía, no es descartable que si aumenta la tensión pueda haberlo. En cualquier caso cada vez es más la gente que se indigna al ver la situación en Keleti (y que se indigna al ver a los refugiados allí).

¿Soluciones?
Teniendo en cuenta las razones y el lugar del que vienen la mayoría de los refugiados, el periodista iraní residente en Viena, Achim Agami, comentaba a la emisora húngara Infórádió una bastante absurda: que los EEUU y la UE actúen conjuntamente contra los terroristas y contra los países que apoyan el terrorismo. Un poco difícil cuando son precisamente estos países y sus amiguetes los causantes de todo el embrollo, con su política terrorista de bombardear países (en su mayoría laicos),  de montarles revoluciones de colores, o de financiar a los grupos insurgentes ultraislamistas (de los que huyen luego muchos de los emigrantes ilegales), véase el caso de Libia, Irak, Yugoslavia o Siria. Pero más claro agua: ¿de dónde vienen los refugiados? La gran mayoría de los que llegan a Hungría son de Siria, Afganistán y Kósovo. Huyen de sus países por la situación de guerra y de pobreza, y en la mayoría de los casos por miedo a los fanáticos islamistas. ¿Quién ha financiado el alzamiento del ISIS contra el gobierno sirio? Los EEUU y la UE (por mucho que intenten aparecer ahora como sus enemigos, pero la guerra en Siria no empezó hace mucho, todavía nos acordamos de sus orígenes, no han tenido tiempo de lavarnos el cerebro con la propanda de los medios). ¿Quién financió a los talibanes en Afganistán para cargarse el incipiente estado socialista y laico afgano? ¿Quién bombardeó Libia? (el estado más rico y con mayor nivel de vida de África, antes de los bombardeos, obviamente) ¿Quién bombardeó Yugoslavia y financió la creación de un estado independiente llamado Kósovo? Tragedias que han involucrado el destino de millones de personas, y que son las causantes de todo esto, que no va a acabar nada, nada bien...

Por cierto, una última cosa, como en todo, hay quien está haciendo su agosto con todo el asunto. Estas últimas semanas la Hacienda húngara ha realizado controles sobre negocios de la zona y han encontrado numerosas irregularidades. En muchas zonas directamente se estafa a los refugiados, por ejemplo ofreciéndoles un cambio de 200 forint por euro en lugar de los 310 oficiales (HVG).  Eso, claro está, sin hablar de los que se están llenando los bolsillos con el tráfico ilegal de personas a través de la frontera (del que hay sospechas está financiado por los EEUU, así lo afirman algunos medios austríacos - fuente: TeleSUR).

Fuentes (además de las indicadas en el texto): Index (1, 2, 3), Inforadio (1,2), Mandiner, Munkáspárt, Origo, Spíler